¿Te interesan los temas económicos-financieros? ¿Te gustaría asesorar a tu familia o amigos sobre la mejor opción para invertir aquellos ahorros derivados del confinamiento? ¿Estás estudiando un ciclo del Área Empresarial o te gustaría trabajar en el sector financiero?
Entonces deberías leer el siguiente artículo que ha compartido con nosotros José Ignacio Gómez Bertrand, asesor financiero en una prestigiosa entidad bancaria para definir cuál sería la inversión que mejor se adaptaría a nuestra situación financiera personal y explicarnos la figura del asesor financiero.
¿CÓMO INVERTIR NUESTROS AHORROS EN TIEMPOS DE COVID-19? FIGURA DEL ASESOR FINANCIERO
Según el diario El País, el confinamiento ha obligado a los consumidores a reducir sus compras de productos y servicios, bien por la imposibilidad de adquirirlos (locales de hostelería), o bien porque las limitaciones en la vida social desincentivan el consumo de algunos productos (cosmética, ropa). Esto llevó a que su tasa de ahorro aumentara en un 22,5%.
Aquellos hogares españoles que no han sufrido el impacto de la pandemia sobre el empleo y por lo tanto sus ingresos no se han visto mermados, se preguntan si ahora es un buen momento para invertir, dónde hay que hacerlo o qué riesgos se pueden asumir. Lo importante es tener una planificación financiera independientemente del momento del mercado. Los expertos repiten una y otra vez que antes de tomar cualquier decisión, lo más importante es saber que invertir supone un esfuerzo para conseguir nuestros objetivos, siempre acompañado de un asesor financiero.
Si el inversor no va a necesitar el dinero, es el momento de invertir y asumir el riesgo que su situación económica y personal le permita. Si por el contrario, va a necesitar el dinero o está sufriendo al ver la situación económica del país, entonces le recomendaremos reducir el riesgo.
En la actualidad, los vehículos más interesantes para poner a trabajar el dinero son los fondos de inversión: por diversificación, por profesionalización de la gestión y por fiscalidad. Como en todo, hay fondos muy buenos, buenos, malos y muy malos, de ahí la importancia de hacer una correcta selección y construir una cartera con una estrategia a la medida de cada cliente.
Tenemos la necesidad de hacer una buena planificación financiera para que el inversor consiga sus metas. Ese es el gran cometido que tenemos los asesores financieros: acompañar a las personas a lo largo del ciclo financiero de sus vidas.
¿Qué significa realmente hacer una buena planificación financiera?
Lo primero es conocer realmente las necesidades, metas y posibilidades económicas de la persona, familia o empresa. Para eso, tendremos que saber cuáles son los ingresos, gastos, su capacidad de ahorro y los objetivos a corto, medio y largo plazo, etc. Además, hay que saber también si ya tienen un patrimonio acumulado, en qué está invertido y con qué seguros cuentan para cubrir imprevistos.
Una vez conocemos toda esa información, resulta muy útil reflejar los objetivos gráficamente en cuatro cuadrantes según el horizonte temporal.
Cojamos una hoja en blanco y la dividimos en cuatro partes iguales. En la primera cuadrícula de la hoja pondríamos el corto plazo, aquellas necesidades económicas del día a día. Un colchón financiero para cubrir los gastos habituales o fijos de la familia, además de gastos extra, viajes, reparaciones, etc. Analizamos si existe algún área de mejora, y vemos si es posible conseguir una mayor capacidad de ahorro.
En el segundo cuadrante, donde pondríamos las metas que tuviera una familia o un ahorrador de uno a cinco años vista. Puede incluir proyectos profesionales, la compra de una vivienda… En definitiva, metas que pueden ser muy distintas. ¿Por qué es tan importante diferenciarlas? Para aplicar una solución financiera coherente con el objetivo que queremos conseguir.
El tercer cuadrante recogería aquellas necesidades y objetivos que se quieren llevar a cabo entre cinco y quince años. Por ejemplo, si pensamos en cambiar de coche, adquirir una segunda vivienda, una caravana para los viajes o si alguno de nuestros hijos va a ir a la universidad. En ese caso debemos cuantificar diferentes escenarios. El coste no será el mismo si estudia en una universidad pública o privada, o si lo hace en su ciudad o se va a estudiar fuera.
En todos los casos tendríamos que dibujar en nuestra cuadrícula cada una de nuestras metas según el horizonte temporal previsto. Debemos pensar, lógicamente, que esos horizontes varían en función de la edad de cada ahorrador.
Por último, llegamos al cuadrante final, en el que recogemos objetivos más a largo plazo, principalmente los relacionados con la jubilación. Se trata de una etapa en la que suelen bajar los ingresos, con lo que, más allá de cómo evolucione el sistema público de pensiones, habrá que compensar la reducción respecto al nivel de vida actual para, como mínimo, mantener nuestros hábitos sin que esto suponga un cambio radical en nuestra vida.
Y así llegaríamos a dibujar el mapa de nuestra planificación financiera en el corto, medio y largo plazo. Una vez planteados los objetivos, tendremos que dotar a cada una de estas metas de un método, una estrategia y un instrumento financiero adecuados para convertir en realidad lo que ahora no son más que deseos. En este momento, la figura del asesor financiero es también un apoyo fundamental, porque puede orientar al cliente en la toma de decisiones sobre cuál es el vehículo de inversión que se adapta mejor a su situación personal, fiscal, de liquidez, etc.
Una buena planificación financiera y disponer de un traje a medida nos hará tener más tranquilidad, una buena salud económica y saber que contamos con un colchón financiero ante cualquier imprevisto.