Es difícil definir el término «calidad» cuando hablamos de Educación. Al fin y al cabo, un centro educativo no es una empresa que se dedique a fabricar piezas de coche o a bridar servicios de consumo…nos dedicamos a la formación integral de las personas para lograr que se conviertan en capacitados trabajadores, buenos ciudadanos y aún mejores personas.

Podríamos decir que la calidad es algo que “se percibe cuando está y se nota cuando no está”. Debemos dar respuesta a la necesidad de buscar la calidad en todos y cada uno de los procesos y elementos que forman parte del hecho educativo: normativa, organización de los centros, documentos de centro, acción de la dirección, formación del profesorado, entre otros, pero poniendo un acento especial en el currículo educativo, en el liderazgo del equipo directivo, en la formación continua del profesorado especialmente en lo referente innovación educativa, y en la autonomía de centros y de los docentes dentro de sus aulas.

 

En este sentido, las principales tareas de la dirección serían: velar por una correcta adecuación de los contenidos curriculares a las peculiaridades de su centro, vigilar la formación continua en el profesorado, permitir la autonomía del docente dentro del aula, promover la innovación, y ofrecer los tiempos y espacios necesarios para que pueda llevarse a cabo la coordinación docente.

 

La calidad no puede medirse con los resultados de una evaluación al estilo tradicional. Si queremos realmente calidad en la Educación hay que acometer una evaluación de proceso (por lo tanto, continua), de todos los elementos curriculares y que no contemple solo el aprendizaje del estudiante, también la enseñanza del docente.

Solo a través de un proceso de evaluación serio y riguroso y un profundo análisis de la información aportada se podrán desarrollar los cambios necesarios en el currículo y, así, conseguir adaptar el sistema a un alumnado diverso en una sociedad líquida, llegando al fin último de lograr una Educación de calidad.

Si los contenidos se recortan a los realmente necesarios (como son aquellos que permiten seguir aprendiendo, desarrollar una visión crítica, entendernos, valorarnos y respetarnos, llevar a cabo una interacción fructífera con los demás, convertirnos e ciudadanos éticos, responsables y productivos, etc.), los objetivos se depuran a partir de unas competencias clave, se busca una metodología variada y motivadora, y una evaluación integral y procesual que sirva en última instancia como elemento que aporta información valiosa para la mejora continua y permanente de la calidad, estaremos más cerca de la Educación con la que todos soñamos.

 

Prof. Laura Grande Pereiro

 

Bibliografía:

  • Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE).
  • Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOMLOE).
  • Casanova, Mª. A., (2012) “El diseño curricular como factor de calidad educativa”. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación. Volumen 10, número 4.