Me animo a lanzar esta reflexión tras ocho años dedicada a la formación de estudiantes para que puedan encontrar un trabajo y plantear, para sí mismos, un proyecto de vida que les emocione.
Me sorprende encontrar, aún a día de hoy, a jóvenes, padres y madres con tantos prejuicios sobre la Formación Profesional.
El otro día, por ejemplo, atendí a un padre que venía buscando una posible alternativa para su hija. Esta chica está completamente desanimada por que no ha conseguido encontrarle un sentido al Bachillerato. Se encuentra perdida y empieza a tener graves problemas de autoestima. Tanto, que se está planteando abandonarlo todo.
No es por echarle piedras al Bachillerato, de verdad que no. Entiendo la importancia que tiene de cara a preparar al alumno/a para pasar por la temible EVAU. Pero, seamos sinceros, más allá de ser una preparación para esta prueba y de aportar, eso sí, una cierta cultura general… ¿Quién está objetivamente mejor preparado para enfrentarse al mercado laboral tras pasar por un bachillerato? ¿Cómo apoya el bachillerato al tejido productivo de un país? ¿Cómo ayuda al desarrollo de nuestra economía? La Formación Profesional sí lo hace, y desde el principio.
Este padre me comentó que para él la FP era “dar un paso atrás”, ¡cuando su hija, con solo superar una EVAU, ya podía empezar su carrera universitaria! “¿no es acaso una pena?”, me preguntó él.
Le conté mi experiencia personal: tras aprobar una selectividad pasé a hacer un primer curso de ingeniería técnica, no he estudiado tanto en toda mi vida…la forma que tuve de esforzarme en todas las asignaturas no era, ni siquiera, sostenible en el tiempo. Mi propio padre se asomaba por mi cuarto y me pedía que saliera de casa, que necesitaba el aire fresco, que iba a caer enferma. No conseguí aprobar, es que ni siquiera conseguí entender de qué iba aquello. Mi autoestima se hundió y mis ganas de seguir estudiando se apagaron.
Gracias a mis padres descubrí otra posibilidad: ¿porqué no hacer un Grado Superior de Formación Profesional? Os prometo que eso cambió mi vida. De repente me vi aprendiendo algo que me encantaba, que tenía todo el sentido…me hacía sentir válida.
Y, ¿sabéis qué? Que aquello no fue el final del camino…gracias a esa FP entré en una carrera, y después vino un Máster. Y, ¿ahora?, pues ahora soy profesora de FP, de esas profesoras que CREEN EN LA FP.
El otro día me encontré con una antigua alumna de Cuidados Auxiliares de Enfermería. Me contó que tras su Grado Medio cursó un Grado Superior, y que ahora se había matriculado en la carrera de Enfermería.
¡Me alegré tanto por ella! Le pedí que por favor viniera un día a hablarle a los chicos, a explicarles cómo había sido su camino.
- Algunos piensan que la FP es un callejón sin salida – le dije.
- ¡No lo es! ¡Al contrario! Es el principio de un montón de cosas– me rebatió con una amplia sonrisa
Y no podemos estar más de acuerdo.